Conflicto de no poder acceder a mis dones naturales que con el tiempo se han ido borrando y ya no tienen ninguna utilidad.
Disminución de la densidad del
tejido óseo que presenta porosidades, hasta el punto de no poder realizar su
función de sostén. (En ningún caso se puede corregir con el aporte de más
calcio, pues no se trata de una pérdida de este mineral, el hueso tiene menos
trama ósea pero la que tiene, contiene la cantidad correcta de calcio).
Desvalorización global lenta y
paulatina de sí mismo.
Conflicto por no sentirse
apoyado/a dentro de la estructura familiar.
Conflicto de “haber sido y ya
no ser” (sexualmente por ejemplo).
Desvalorización progresiva al
envejecer. Así como vienen las cosas, es mejor desaparecer lentamente.
Conflicto de no poder acceder
a mis dones naturales que con el tiempo se han ido borrando y ya no tienen
ninguna utilidad.
Hay que tener en cuenta la
parte del esqueleto donde se manifiesta:
Osteoporosis de cervicales:
Desvalorización intelectual.
Osteoporosis de cabeza
de humero derecho:
Desvalorización por conflicto de pareja (personas diestras) o madre/hijo
(personas zurdas).
Osteoporosis de la parte
derecha de la espalda: Desvalorización por conflicto de pareja (personas diestras)
o padre/hijo (personas zurdas).
Osteoporosis de columna
vertebral: Desvalorización central de la personalidad. Osteoporosis de
cuello de fémur: Desvalorización por “no poder soportar una situación” o por
“no poder llevar a cabo algo”
Osteoporosis del pubis:
Desvalorización sexual.
Osteoporosis de la rodilla:
Desvalorización deportiva o de sumisión.
Osteoporosis de pie y tobillo:
Desvalorización por no poder moverse. Conflicto de dirección.
Osteoporosis de la mano:
Desvalorización vinculada al trabajo o referente al padre.
Pérdida de solidez, de
identidad o de utilidad femenina:
“Estoy llegando a una edad en
la cual no me puedo permitir ciertos lujos”. “Ya no soy atractiva”. “No seré
nunca más tan bonita”. ¿Me querrá todavía mi esposo?
El tejido óseo siempre se
afecta cuando una persona experimenta una inesperada pérdida de autoestima. Tal
conflicto de desvalorización puede ser activado por una crítica insensible o
injusta, por ser menospreciado, “he sido atacada, me han faltado al respeto y
no me he sabido defender”; por fallar en el trabajo, por haber perdido nuestra
identidad: “no ser lo que se era” (sexualmente o como madre) o por sentirnos
sin apoyo, “no me siento apoyada por mi familia”.
“Sentirse impotente en sus
relaciones sociales”.
Tenemos el sentimiento de no
pesar mucho en la vida y nos falta fuerza y valor para cambiar las cosas, para
avanzar y para oponernos, lo cual se manifiesta en las fracturas.
Recomendaciones para recuperar
la salud física, emocional y espiritual:
Pasar de la actividad exterior
a apoyarse en su mundo espiritual interno.