El estudio transgeneracional no es una “terapia” en el sentido
estricto de la palabra, sino más bien un trabajo de toma de conciencia
que nos permite comprender los elementos del pasado que han contribuido a
nuestro desarrollo y formación, así como al establecimiento de nuestro
sistema de creencias. Ya desde la década de los 1970 los terapeutas
comenzaron a interesarse por la influencia que el linaje tiene sobre el
individuo. Profesionales como Anne Schützenberger, Maria Torok, Nicolas
Abraham o Pollock redescubrieron algo que muchas otras culturas nunca
olvidaron: el inconsciente familiar interactúa con el inconsciente
personal.
Con el fin de comprender los fundamentos del estudio
transgeneracional es indispensable que revisemos nuestra concepción
lineal del tiempo y nos deshagamos de los conceptos propios del pasado,
el presente y el futuro. Para el inconsciente únicamente existe el
presente, el ahora; todo sucede en un eterno ahora. Así, deberemos ser
capaces de concebirnos a nosotros mismos dentro de la visión lineal del
tiempo (pasado, presente, futuro) a la vez que en la intemporalidad del
perpetuo presente.
El estudio de nuestro árbol genealógico nos
ayuda a entender la naturaleza familiar o ancestral de nuestras
relaciones. Nos lleva a descubrir las dinámicas y patrones que generan
identificaciones e implicaciones de una generación a la siguiente y que
repercuten de forma adversa sobre nuestra vida. La observación y
análisis de nuestras raíces es un ejercicio verdaderamente sanador. En
la escuela se nos enseña la historia de nuestro país y de nuestra
cultura, pero no se suele prestar atención alguna a nuestra historia
familiar.
El estudio transgeneracional parte de la premisa de que
ciertos patrones de conducta inconscientes se transmiten de generación
en generación, lo que en muchas ocasiones constituye un enorme obstáculo
en el proceso de autorrealización de una persona. De ahí que sea
indispensable el estudio del árbol genealógico si deseamos tomar
conciencia de nuestra herencia inconsciente.
Transgeneracional y Ciencia
Aplicada a nuestra vida cotidiana, la física cuántica nos ofrece la
posibilidad de desarrollar una manera creativa de pensar, una estrategia
diferente de hacer frente a los problemas. El simple hecho de observar
(procesar lo que vemos también implica un componente emocional)
determina la realidad objetiva, puesto que derivada de esta observación
cada partícula deberá elegir un camino u otro. Estamos afectando a ese
mundo objetivo, externo a nosotros, usando únicamente nuestra percepción
y nuestros pensamientos.
La física cuántica nos proporciona la
prueba definitiva de que es posible modificar la información contenida
en la mente inconsciente. Como hemos visto, el entrelazamiento cuántico
ignora el espacio-tiempo, por lo que los conceptos de pasado, presente y
futuro son constructos puramente mentales. En realidad, la información
se encuentra en un presente, en un eterno ahora, y se manifiesta por
medio del subconsciente en el presente. Así, la información grabada en
la mente inconsciente relativa a los traumas de la infancia, las
vivencias experimentadas durante el embarazo y las experiencias vitales
de nuestros ancestros están vivas en nosotros en un eterno presente. Es
por eso que hemos de trasladarnos a ese teórico pasado del que
continuamente emana información para transformarla. No somos víctimas de
nuestra herencia ni de nuestras experiencias: tenemos un papel activo
en la construcción de nuestra realidad.
Una de las principales
bases científicas del estudio transgeneracional es la epigenética
conductual. Esta disciplina postula que las experiencias de las personas
no desaparecen, sino que se adhieren a ellas bajo la forma de un
residuo molecular que se fija al material genético. Esto no significa
que el ADN se modifique, sino que los aspectos psicológicos y
conductuales de una persona (los que están sujetos a una regulación
química, como en el caso de la depresión, que produce el desequilibrio
de determinados neurotransmisores) pueden ser transmitidos a la
descendencia. Estos residuos moleculares son, entre otros, los grupos
metilo, los cuales pueden llegar a replicarse junto con el ADN durante
numerosas generaciones. De acuerdo con la epigenética conductual, las
experiencias traumáticas vividas en el pasado, o las de nuestros
antepasados recientes, dejan marcadores moleculares que se fijan al ADN.
Estudios sobre la herencia epigenética
Uno de los estudios más esclarecedores es el estudio realizado por el
equipo de Rachel Yehuda (Hospital Monte Sinai, Nueva York) acerca de los
efectos a largo plazo del Holocausto. Estudiaron genéticamente a 32
hombres y mujeres judios internados en campos de concentración nazis,
que habían presenciado o experimentado torturas o habían tenido que
esconderse durante la Segunda Guerra Mundial. Además, estudiaron a su
descendencia, la cual demostró una probabilidad aumentada de padecer
trastornos de estrés en comparación con las familias judías que vivieron
fuera de Europa durante el Holocausto.
El equipo de Yehuda
descubrió que el estrés crónico vivido por los padres, transmitido a su
vez por estos a su descendencia, se debe a una menor producción de una
hormona que ayuda a eliminar el cortisol (la hormona del estrés) del
organismo; se trata de un mecanismo de adaptación al estrés continuado
para incrementar las probabilidades de supervivencia. Esta estrategia
fue útil para la generación que vivió el Holocausto, pero no lo es para
las siguientes generaciones.
Mindfulness: la conciencia de ser consciente.
La pregunta que cabe responder ahora es, ¿qué podemos hacer para
mitigar o transformar estas respuestas inconscientes de nuestro
organismo? No cabe duda de que existen infinidad de técnicas y abordajes
que pueden ayudarnos en esta tarea, aunque todos ellos (los que son
eficaces de verdad) tienen algo en común: tomar conciencia y aceptar el
origen emocional de nuestros conflictos o enfermedades.
Hace
tiempo que se descubrió que la meditación puede desencadenar cambios
genéticos y mentales, e incluso propiciar cambios a nivel molecular. Lo
que se propone con los ejercicios de Mindfulness es alcanzar la
coherencia corazón-cerebro para reconocer, observar y acceder a estados
emocionales específicos que permitan desencadenar una respuesta natural
del sistema nervioso autónomo. Estos ejercicios, basados en la atención
plena y la respiración, son cruciales para navegar por nuestros estados
interiores. Con práctica, esta nueva conciencia evoca un estado
meditativo que regula de forma natural el sistema nervioso autónomo
(encargado, entre otras funciones, de la respuesta al estrés o los
procesos curativos). Será esta regulación del sistema nervioso autónomo
la que calme el sistema límbico y la amígdala (centro de la experiencia
emocional).
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