La
diabetes es una enfermedad que consiste en la incapacidad del cuerpo para
aprovechar la glucosa (azúcar) ingerida, lo que provoca que ésta permanezca en
la sangre en cantidades superiores a las normales.
A
la larga tener en la sangre un nivel de glucosa elevado puede derivar en
complicaciones que dañan distintas partes de nuestro organismo,
fundamentalmente, los riñones, los ojos, los nervios de las extremidades, el
corazón y los vasos sanguíneos.
La
diabetes consiste, por tanto, en la elevación de la cantidad de glucosa en la
sangre y ocurre porque en el cuerpo de la persona disminuye o no existe la
secreción de la insulina, que es una hormona producida por el páncreas, y que
se encarga de absorber la glucosa que hay en la sangre e introducirla en las
células; a su vez éstas la utilizan como fuente de energía.
Si
no hay insulina, la glucosa no puede penetrar en las células y se queda en el
torrente sanguíneo, siendo eliminada más tarde con la orina. El exceso de
azúcar en la sangre provoca un exceso de azúcar en la orina, lo que conlleva
una sensación de amargura interna en cuanto se elimina ese dulzor.
Simbólicamente
el azúcar representa la dulzura, el regalo, la amabilidad, la prueba de amor y
de reconocimiento, tiene un vínculo maternal.
La
presencia excesiva de azúcar en la sangre indica que tenemos dificultad en
gestionar, en vivir o en obtener dulzura en nuestra vida.
La
diabetes expresa un conflicto emocional de resistencia (aguantar o soportar una
situación o una persona durante mucho tiempo) y de preparación para el
combate. La persona está frecuentemente
ante un peligro y por tanto tiene que estar lista para el combate, como para la
huida, teniendo el azúcar listo en la sangre para que sea utilizado por los
músculos cuando se dé algunas de esas dos opciones.
“Debo
resistir porque hay un peligro”. “Me
resisto a actuar”. “Me da miedo pasar a la acción”. “Me lo pienso todo tanto
que al final no hago nada”.
El
paciente está listo para la acción, pero no pasa a realizar el acto.
Conflicto
de miedo más resistencia a la mirada de alguien o de algo que nos produce
temor, rechazo, contrariedad, injusticia, etc.
Miedo
a que nos ocurra algo a lo que querríamos poder resistirnos (a una intervención
quirúrgica, a un aborto, a sentirnos empujado a hacer algo horrible, a vernos
obligado a hacer algo en contra de nuestra voluntad, etc.).
¿A
qué se resiste el diabético?
Al
disgusto, a la contrariedad permanente, a lo repugnante, a lo injusto, al
rechazo (como ocurre a los inmigrantes), al desempleo, a la quiebra de un
negocio, a la violencia, al amor no correspondido, etc.
Es
frecuente encontrar, en algunos diabéticos,
la sensación de ser vigilados y perseguidos, ya sea porque eso está
ocurriendo en realidad o porque se imaginan que eso sucede.
Hay
diabéticos que, inconscientemente, se hacen obesos para crearse una protección
ante las agresiones que está recibiendo o recibió, o para no ser objeto de
deseo, por el maltrato sexual o la
violación sufrida: “mejor pongo feo mi cuerpo para que los otros no me
deseen y no me violen…me resisto”.
Por
otra parte la palabra diabetes viene del griego: dia: “a
través”, betes: “correr”: “correr a través de”: haciendo alusión a la
abundante orina que se produce en el diabético, arrastrada por el azúcar.
Pero,
su otro significado es: día: “cortado en dos”. Beth: “casa”: “la casa
está dividida en dos”, se ha producido un conflicto de separación en la
familia:
“Resisto
a la separación y al rechazo que me hacen, es injusto”.
“Me
siento excluido afectivamente, separado de la casa (trabajo, familia, etc.)”.
“Es
injusto, yo estoy en el exterior y la dulzura está en el interior”.
“Es
repugnante lo que me han hecho, los otros se quedan en casa".
“Mi cuerpo es mi casa. Mi país y mi tierra es
una extensión de mi cuerpo. Cuando otras personas entran en mi casa, no me
toleran o no los tolero, me aíslo o me aíslan. Entonces: RESISTO”.
“Mi
pareja ya no me quiere, pero yo me resisto a dejarla”.
“Me
excluyeron de la herencia”.
Conflicto
de ¡se acabó la dulzura!
La
insulina representa a la autoridad. Conflicto activo de resistencia a la
autoridad abusiva que hace cosas repugnantes. Existe cierta noción de
impotencia muscular o psíquica puesto que hay un enfrentamiento con una
autoridad (país, policía, padre…) al que “me resisto”.
“Quiero
dulzura pero recibo tortura”.
“Me
enfrento a la autoridad, no puedo resistirme”.
El
azúcar simboliza la dulzura, la ternura, el amor.
“La
ternura es peligrosa para mí”.
“No
quiero que entre el amor dentro de mí”.
“El
amor es tóxico, peligroso (han podido sufrir tocamientos sexuales, o
experiencias con familiares que te quieren, pero que te maltratan física o psicológicamente,
etc.)”.
Diabetes insípida (Eliminar líquido
peligroso): En una situación de supervivencia
ligada a la madre (o parte femenina), hay que deshacerse de un “veneno” real o
simbólico inoculado en nosotros (palabras muy duras que manchan en una memoria
o conflicto de clan).
El
diabético es una persona que generalmente tuvo una infancia difícil con los
padres o al menos con alguno de ellos.
Puede
tratarse de un progenitor que se mostraba con excesiva autoridad (exceso de
reglas y de normas) y, en consecuencia, falto de dulzura. Rechazaba todas sus
ideas o deseos y tenía que actuar conforme a lo que él le ordenaba. Estas
vivencias le han provocado un enorme rencor y, sobre todo, le ha dolido mucho
el hecho de no haber sido reconocido.
Semejantes
experiencias carentes de cariño, de ternura, determinaron
un carácter triste y amargado que en ocasiones ocultan detrás de un
sentido del humor exagerado.
Las
personas con diabetes tienen un afán no reconocido de realización amorosa.
Al
diabético le cuesta mucho entregarse, es incapaz de aceptar, de asimilar y de
abrirse al placer y al amor, porque no se creen merecedores.
Puede
llegar a pensar que no le quiere nadie, lo que podría dar origen a la ira y el
resentimiento.
Le
gustaría recibir amor, pero no se permite mostrar su necesidad, no se atreve a
buscarlo activamente:
“No,
gracias, no debo tomar azúcar”.
El
amor y lo dulce tienen una estrecha relación.
Es
posible que se esté ahogando en un mar de dulzor, convencido de que es incapaz
de aprovechar la menor parte del azúcar que contiene.
No
se sienten valorados ni apreciados. Son personas muy emotivas, trabajadoras y
serviciales, pero con muchas expectativas: siempre están esperando algo a
cambio de lo que hacen; dar esperando recibir.
Albergan
muchos deseos y no solo para sí misma, sino también para sus seres queridos.
Sin embargo pueden ponerse muy celosos cuando alguien posee más que ellos o
sentirse culpable, si lo que desea para los demás no se manifiesta.
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