Actitud ante la vida de una persona que ha experimentado sentimiento de ABANDONO

El carácter oral se distingue por la incapacidad de ser agresivo. Tiene dificultades para adoptar actitudes de oposición, tiende más a huir que hacer frente y atacar.

Suele dejarse llevar por la debilidad, se siente vacío y no desea asumir responsabilidades, si se le presiona, tiende a desmayarse.

Para contrarrestar el miedo «a no tener suficiente», aprendió a absorber la energía, la vida, en las personas con las que pueda establecer un contacto directo.

Suele utilizar el tercer chakra, situado en el vientre, para agarrarse energéticamente a otras personas a través de este centro y, de esta forma, extraer su energía.

También la absorben a través de los ojos y de la verborrea incansable que practica con los demás.

Se siente triste y deprimido y se angustia ante cualquier situación de la vida.

Es propenso al llanto fácil, sobre todo cuando habla sobre su vida y se lamenta y culpa a los demás de haberle abandonado cuando más los necesitaba.

Vive bajo el sentimiento de víctima y trata siempre de llamar la atención.

En situaciones difíciles, cuando cree que la vida se pone insoportable, contempla el suicidio como una opción con la que se puede contar, pero en el fondo sin ninguna intención verdadera de llevarlo a cabo.

Ha perdido el sentido de la responsabilidad y culpa a la vida y a las personas de que no le aporten la satisfacción que tanto necesita.

Encuentra aburrido todo lo que hace y, por eso, no encuentra el placer en nada.

No es coherente en sus decisiones, se siente a la deriva y vive en una situación de espera permanente.

Un pozo sin fondo: la insatisfacción y el vacío.

Sentirse vacío es un estado en el que la persona no encuentra sentido a su vida, a nada de lo que hace, ni encuentra el para qué de su existencia.

Trata de buscar la plenitud y el bienestar a través de la codicia, vive inmerso en un mar de deseos y no encuentra límite para lograr su satisfacción, todo le parece poco.

Intenta llenarse a nivel físico con la comida, la bebida, el alcohol, etc. En el aspecto psicológico con los placeres en general, con las compras, la televisión, el deporte, la música, el trabajo, etc.

En las relaciones interpersonales absorbiendo la energía de los demás, por mediación de sus charlas interminables o queriendo hacerse dependiente.

Sin embargo, nunca se puede sentir satisfecho porque los deseos son efímeros, pertenecen a la mente y, como tal, son solo sueños, ilusiones que te impiden ver la realidad.

No te permiten vivir en el presente, en el ahora, que es el único instante donde se puede sembrar la semilla de la satisfacción.

Además, la sensación de carencia procede de una herida profunda que necesita trascender para curarla y no puede ser llenada con algo de este mundo.

Como dice un famoso proverbio chino: «Tratar de satisfacer los deseos mediante la posesión es pretender apagar el fuego con la paja».

Las personas podemos enfocar la energía hacia fuera o hacia dentro.

Si lo hacemos hacia fuera, hacia los deseos, podemos sentirnos vacíos, pero si la enfocamos hacia adentro, hacia nosotros mismos, se convierte en consciencia, en luz, en un florecimiento del Ser.

El oral tiene muchas dificultades para dar, no sabe dar, solo tomar, porque si da algo, le embargaría la sensación de pérdida y eso no lo podría soportar.

Es lógico que esto le suceda y no lo hace conscientemente, no es por egoísmo, es porque desde su inconsciente no puede soportar la pérdida.

Esta es una actitud propia de la inmadurez, necesita cambiar el enfoque de su atención.

Debe de volver la mirada hacia su interior y tomar consciencia de que él es quien debe de responsabilizarse de su vida.

Quien debe encontrar el alimento que necesita y que solo él puede satisfacer sus necesidades.

Debe aprender a confiar en la abundancia de la existencia, para ello necesita desprenderse del miedo a perder que le atenaza.

La transformación surge cuando comienza a dar, dar sin esperar nada a cambio, sin mirar qué da ni a quién da.

Dar, solo y exclusivamente por la satisfacción de dar, de compartir. Pero esta confianza solo puede nacer en el presente, aquí y ahora.

Dar, solo y exclusivamente por la satisfacción de dar, de compartir. Pero esta confianza solo puede nacer en el presente, aquí y ahora.

La confianza surgirá de la aceptación de la vida en este momento, sin rencor, sin añoranza ni culpabilidades, dejando el pasado a un lado.

De esta forma, puede comprender que su insatisfacción no tiene nada que ver con lo que él recibe o que lo que le dan es poco o nada, sino que su insatisfacción se produce porque él nunca está presente cuando recibe algo.

Por eso no puede valorarlo y quiere más y más, porque en su inconsciente aún está la herida original que necesita trascender.

En estado de exaltación, el oral compensa la pérdida del derecho a necesitar tras una imagen de estar pletórico y lleno de energía, que exterioriza, sin ton ni son, vertiendo pensamientos e ideas en una marejada de sentimientos y tratando de convertirse en el centro de atención de todos.

Pero ese estado de euforia no lo puede mantener por mucho tiempo debido a su bajo nivel de energía y entonces es cuando se desploma y cae en esos estados depresivos que él bien conoce.

La codicia y los excesos como antídoto para combatir la inseguridad.

En su inconsciente siempre está presente el miedo a la carencia, a la pérdida o al abandono.

El miedo le hace vivir en un estado de inquietud permanente y para combatirlo se propone la misión de acumular en exceso de todo cuanto pueda, en la mesa, en el trabajo, en el sexo, etc.

Es decir, en cualquier terreno que el oral haya elegido para llenar su vacío.

Pero como es natural, la mente no estará satisfecha y siempre le pedirá más y más.

Pero el individuo que se ha sentido abanadonado siempre mantiene la ilusión de que si encuentra el objeto (lo que sea y en cantidad suficiente) o la persona adecuada acabará por sentirse satisfecho.

Y no reparará en esfuerzos; en cualquier cosa que haga, siempre estará dispuesto a rebasar los límites razonables para alcanzarlo.

Hemos de reconocer que la sensación de carencia nunca se satisface, es imposible, solo podemos trascenderla.

No nos damos cuenta de que satisfacerla de uno u otro modo es una tentativa de escapar de la carencia.

Debemos ser sinceros con nosotros mismos y averiguar qué es lo que necesitamos, y luego, emprender el único camino que nos conduce a hallar nuestro deseo: el camino hacia nuestra divinidad interior.

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Imagen:eresmama.com

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