Relaciones interpersonales de un DESCONFIADO (controlador)-(2)

La falta de confianza le lleva a la dependencia de los demás.

Reclama apoyo en su ansia de ganar, pero piensa que si le apoyan es como si se entregara a los otros, como si se hubiera rendido, como si hubiera sido derrotado.

Por eso, cuando una persona desconfiada pregunta: «Bueno, y ¿qué hago?», en principio admitirá todos los consejos que le den, pero, de inmediato, irá poniendo trabas a todo lo que se insinúa.

No le sirve, así no es como se debe de hacer.

Luchará hasta conseguir que se haga lo que él quiere. Actúa siempre a su antojo. Te dará mil razones, si es necesario, pero su objetivo es que se haga su voluntad.

Posteriormente, le aparecerá el miedo a haber podido equivocarse, a haber errado y se preocupará enormemente:

«¿Habré hecho lo correcto para ser juzgado bien o, por el contrario, me juzgarán mal?». «Debo tener razón o me muero».

Para satisfacer su deseo de tener a todo el entorno sometido, recurre a dos estrategias diferentes. O bien trata de meter miedo para manipular directamente u opta por recurrir a la seducción. Lo importante es salirse con la suya.

El desconfiado es por excelencia un seductor natural y, por eso, necesita y busca el reconocimiento de todos con los que se relaciona, tanto a nivel familiar, laboral, amigos, etc.

Generalmente, mantiene una relación de seducción con las personas de distinto sexo y una competitividad con las del mismo.

Suele causar mucha envidia entre las personas con las que se relaciona.

Es difícil sentir indiferencia ante un desconfiado; su fuerte personalidad llama mucho la atención y provoca reacciones muy diferentes: la gente lo adora o lo detesta. No hay término medio.

Intentará siempre hacer cambiar la opinión a los otros.

Se enfada si lo reprenden por lo que hace, no le gusta sentirse observado.

No acepta a las personas que son perezosas, así como rechaza a los que mienten o son hipócritas, a pesar de que él mismo se comporta hipócritamente y miente cuando lo cree necesario.

Rara vez admite sus errores y prefiere no hablar de sus debilidades.

Ante cualquier conflicto en sus relaciones, nunca reconocerá su responsabilidad, siempre busca culpables.

Cuando pierde la confianza en alguien, difícilmente le volverá a dar una nueva oportunidad, literalmente lo eliminará de su vida, lo ignorará e, incluso, le retirará la palabra. Por el contrario, si esto se lo hacen a él, no lo soportará, ya que lo vive como una traición.

Querer juzgar a todo el mundo por su apariencia, sus posesiones o sus logros y querer dividirlos entre ganadores y perdedores nos lleva a la hostilidad, al resentimiento y a la confrontación y, por consiguiente, al distanciamiento y a la separación.

Para sanar las relaciones interpersonales es obvio que debemos mostrarnos abiertos a las opiniones de los demás y, aunque no compartamos sus puntos de vista, igualmente hemos de aceptarlos, pues las personas también tienen derecho a equivocarse.

Y, sin duda alguna, la mejor herramienta para mejorar las relaciones interpersonales es poner sentido del humor a los conflictos. Si vivimos la vida como una tragedia, nadie va a querer estar cerca nuestra.

Sin embargo, si intentamos ser compasivos y nos tomamos las cosas con humor, si nos reímos de nosotros mismos y de nuestros problemas, nuestras relaciones serán armónicas, sanas y profundas.

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Imagen:sp.depositphotos.com

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